El Fantasista de Hernán Rivera Letelier
- Juan Enríquez
- 21 sept 2015
- 2 Min. de lectura

Fué por mi cumpleaños o por navidad, no lo recuerdo muy bien, pero lo que si recuerdo es haber echado en algún basurero del aeropuerto Mariscal Sucre de Quito, mientras me largaba para las europas, el plástico que recubría a ese libro de regalo que tenía en mis manos.
Gracias a mi suegro he tenido la oportunidad de encontrarme con buenos libros, con esos que, a manera de máquina de tatuajes, dejan recuerdos escritos en el corazón.
Esta vez me topé con este libro llamado “El Fantasista” y de tan bueno que me resultó, decidí empezar a escribir reseñas de lo que leo, por ahí le motivo a alguien a tomarse el tiempo de buscar este libro y me agradece, porque eso es lo que pasaría… y no lo hago por las gracias, sino para rescatar de la extinción a los lectores de libros reales, de aquellos que preferimos arriesgarnos a cortarnos un dedo con el filo de una hoja, de esos que preferimos cargar los centenares de páginas en un morral, mochila, cartera o lo que ayude para menguar su carga, de esos que todavía abrimos un libro y lo primero que hacemos es olerlo pensando en aspirar su alma.
El Fantasista podría decir que es la narración de un partido de fútbol, que la historia es un partido de fútbol en donde todo pasa cuando debe pasar, minuto a minuto. Sin sentirse cansado el lector podrá descubrir en cada página algún pretexto para reír y mientras va avanzando el libro y, si la historia no lo conmueve hasta las lágrimas, por ahí la simple realidad de ver que el final del libro se acerca, va a ser suficiente para sentir un poco de pena.
Los personajes son pintorescos, y a lo mejor porque es Shilena la huevaaa, uno los asocia rápidamente con los personajes del Condorito, todos tienen apodo que lo llevan como nombre y cada uno es tan original que es como estar parado al frente de una frutería: hay de todos los colores, tamaños, sabores y olores… porque hasta eso se transmite en este libro, el olor del sudor, de la arena, del pisco que se riega por todas partes.
Hace poco escuché una canción que se llama Everyday is like sunday y algo así debió resultar ese minúsculo punto de la geografía Chilena, un día calcado al siguiente, en donde ni los fines de semana se diferenciaban de los lunes o de los domingos para hacer calzar a la canción, hasta que apareció de la nada el Fantasista y con él esa salitrera llamada Coya Sur le ganaría al olvido para siempre.
Al libro se lo puede consumir en horas o en meses, dependiendo la dieta del consumidor; en mi caso lo hice durar todo lo que pude, como esos perfumes caros y extranjeros que le regalan a uno y solo usa en “ocasiones importantes”, es un platillo de esos finos pero de los que dan poquito, fiel demostración de plato gourmet, pero para consuelo de nuestro comensal, le podemos decir que le dejará totalmente satisfecho pero eso sí, “una papita más al caldo, no le caía mal”. Buen sabor en el paladar, para pagar sin pena y hasta dejar propina.
Calificación (mi humilde calificación)
Todas las Estrellas. *****
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